Psicoaromaterapia. Lo que no se ve.
17/03/2024

Hace más de 1000 años que Avicena, reconocido médico persa, producía el primer aceite esencial puro. Desde ese momento hasta la fecha, tan solo el 10% (o menos) de las plantas conocidas se sabe que tienen sustancias aromáticas que poder destilar, y ni de lejos lo hemos hecho con todas.

Aun así, el mundo de la aromaterapia sigue avanzando, creciendo y expandiéndose, especialmente en el campo clínico, donde se estudia su impacto en la salud. Estos estudios se han dirigido en su inmensa mayoría al área física, pero desde hace algo más de 20 años también al área emocional, justo cuando descubría yo este extenso mundo.

El caso es que cuando los aceites esenciales llegaron a mí, no me llamó la atención sus aptitudes físicas, si no las psicoemocionales. Es decir, cómo me influían en mi sistema emocional, pero también en mi psique.

Por aquel entonces no había mucha bibliografía sobre aromaterapia enfocada a estos niveles, y mucho menos traducida al castellano, sin embargo, siempre supe que ese era mi camino. Así que di comienzo a una exploración marcada por altos y bajos, meteduras de pata grandes y pequeñas, errores, aciertos y grandes descubrimientos, tanto en lo personal como con las personas que acompañaba y acompaño (el viaje no termina)

Aunque hay mucho más escrito específicamente sobre psicoaromaterapia, algo que he descubierto es que seguimos volcando información de tinte general para el área de la psique y las emociones, dos campos que son altamente complejos. Y lo hacemos sin habernos preocupado antes en comprender cómo funcionan las emociones, cuál es el sentido de su existencia, cómo impactan en nuestro cuerpo…
Lo hacemos sin haber aprendido sobre los sofisticados mecanismos que utiliza la mente para protegernos, y cómo elabora todo el material que percibimos desde lo sensorial. Sin aprender sobre las respuestas que da nuestro Sistema Nervioso debido al trauma intrínseco al ser humano, un SN profundamente influido además por la información que le llega a la amígdala a través del bulbo olfatorio.

Nos han dicho y explicado que los aromas influyen en las emociones y la memoria, y nos hemos lanzado a acercarle los frascos de aceites esenciales a la nariz a todos nuestros clientes, sin preocuparnos de estudiar sobre su mundo interno, su contexto, su historia, sus gustos, pero sobre todo sobre su trauma, sobre cómo se formó y cómo influye en su vida.
No nos hemos formado en apego y relación, en cómo nos vinculamos entre nosotros y cómo esto riega cada área de nuestra vida.

No tenemos esto, y mucho más, en cuenta.
¿Cómo puede ser que aún escribamos y leamos que la Lavanda es relajante y nos quedemos tan anchas? ¿Cómo puede ser que le sigamos diciendo a un paciente que lo que tiene que hacer es “soltar”, que tiene que quererse para que lo quieran, que tiene que eliminar sus creencias limitantes y que es mejor trabajarse internamente primero para tener una pareja después, y después de decirle semejante cantidad de barbaridades sin conocer nada sobre cómo funciona su psique, con toda nuestra cara, recomendarle un aceite esencial diciéndole que le va a ayudar a elevar su autoestima y que le va a quitar (a quitar!) la ansiedad?

Esto, que le parecerá a algunos de risa, otros no comprendan lo serio del tema y otros nos tapemos la cara con las manos intentando desaparecer, esto, es para hacérnoslo ver.

Querido lector, los aceites esenciales y los libros de autoayuda no maridan bien si pretendemos acompañar a personas en sus procesos vitales. Y tampoco maridan bien con cursillos de fin de semana.

Desde mi punto de vista y bajo toda mi experiencia, opino que si queremos trabajar con aceites esenciales en el campo psicoemocional, debemos formarnos muy bien en ese campo, debemos buscar a un psicólogo o psicóloga de confianza que podamos tener de mano para trabajar conjuntamente, debemos supervisar nuestro trabajo con un psicólogo al menos una vez al mes y, sin ninguna duda, hacer nuestro propio proceso psicoterapéutico para evitar transferencias y contratransferencias.

La evidencia en los estudios científicos es prometedora, aunque se debe invertir más para hacer de estos una base sólida desde donde poder trabajar. Mientras tanto, los terapeutas debemos hacer un trabajo de campo incluyendo perspectiva y respeto por los procesos individuales que nos vamos encontrando, honrando los tiempos y el ritmo de cada persona.
Debemos seguir formándonos, leyendo y oliendo, y acercar esta herramienta al mundo con cuidado y afán de exploración, aunque con mucha, muchísima, perspectiva de trauma.

Conocemos cómo funciona un aceite esencial en el cuerpo y sus diferentes sistemas, y es maravilloso. Ahora nos toca bucear y profundizar en el carácter de la planta destilada mientras profundizamos a la vez en el carácter y la psique del otro. Nos toca comprender que cada aceite esencial tiene su propio contexto e historia, y un rango de acción profundamente influido por cómo ha crecido la planta, cómo se ha relacionado con su entorno y cómo ha sobrevivido a la adversidad. Y exactamente lo mismo con nuestros acompañados.

Sin juicios. Sin compadecimientos ni la soberbia de quien se cree que tiene la solución a los conflictos del que está en la camilla.

Y con toda la humildad, ternura, respeto, honra y compasión. Con todo eso que nos hace humanos perfectamente imperfectos.

Con Amor,
Sabela.

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